Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

viernes, 23 de marzo de 2018

Felicidad obligatoria


No debí bajar los ojos
cerrar la boca
afectar mi frente.
Perdón, alegría compulsiva
vibrante el deseo del goce
no saqué espinas de mi corona
ni intenté soltar la cruz.
Perdón, no quise
correr la hiel
evitar la lanza
eludir el latigazo.
Perdón, deconstruída antorcha
sólo soy una mancha más
entre la multitud
fascinada por la pasión.