Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

miércoles, 8 de abril de 2020



El ideal que amo explora
la soledad de su potencia
potencia su cerco de lo real
realiza el vacío de los cuerpos
descorporiza su angustia y su discurso

se puede discurrir largo, tendido, así
sin ponerle el cuerpo ni siquiera al goce
en una infinita reflexión significante
aligerada por la droga que te mantenga activa.

el ideal que amo no reconoce que existe
el ideal que amo no anhela mi existencia.