Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

viernes, 20 de abril de 2012

El vacio del metal cotidiano

A Manolo

Este camino
corre sin un sentido fijo
atraviesa un recodo
de memoria, otro
botón de acciones, trota
por las carencias
la quietud flaquea
tras su paso.
En una esquina reclama
un nombre que ya no está
con la palabra que denuncia
lo que nunca se tuvo, esa
sensacion espurea, la
de ser dueño del propio
cuerpo flexible
como una flor lilacea;
se ha decidido, ayer
experiencia y reflexion,
a abandonar el cobijo
de la carne cotidiana.
Quedaran huellas en el cenicero,
quizas una mancha circular
de la taza de cafe, un sorbo
del mate.
De seguro la utopia
y la decision de que suceda,
eventualmente,
que trascienda la idea
y pase a la accion,
camino de caminos
vivira;
sera multiplicada de
esta habitual manera
la existencia de aquel
que ya no respira mas
en otros
cuerpos deseantes:
llegará
el buscado futuro.




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