Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

viernes, 21 de junio de 2013

Muestrario

Apuesto a las nociones del amor,
del dolor y de la rabia,
aquellas que nombran los sucesos 

puestos arriba de la mesa.
Proponer el te amargo
la biblioteca pletórica de fracasos,
llaves sin duplicados,
cerraduras que de tanto
clausurar canciones
han perdido su eficiencia.

Llevar consigo los despojos
y mostrarlos
con la habitualidad
de una corrida al colectivo

es señalarse en el hombro esa ventana
a la que nadie se atrevió
a regalarle un vidrio sano.



(Marzo 2012)