Un colibrí vuela
sobre la oscuridad del asfalto.
Brilla su belleza.
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
miércoles, 28 de septiembre de 2016
martes, 20 de septiembre de 2016
Living
Los clavos
que mi padre fijaba
a la pared principal del living
dibujaron una ciudad
para sostener los recuerdos
que adquiría en cada viaje.
En esas avenidas, diagonales
habitaron sus afectos.
Cuando pudo cubrir el duelo
por la muerte de su esposo
mi madre hizo pintar la casa.
Luego delegó en mi
la tarea de traer de nuevo
la pared de mi padre.
Yo no supe qué hacer, cómo
traer su recuerdo, ligado
a cual clavito, si todavía
desconozco como sintió él
el amor escrito en la pared.
¿cómo iba yo a ordenar
una memoria tan íntima
tan ajena?
La única respuesta a mis preguntas
fue el silencio: entre lágrimas
acomodé a mi gusto
el último desencuentro con mi padre.
que mi padre fijaba
a la pared principal del living
dibujaron una ciudad
para sostener los recuerdos
que adquiría en cada viaje.
En esas avenidas, diagonales
habitaron sus afectos.
Cuando pudo cubrir el duelo
por la muerte de su esposo
mi madre hizo pintar la casa.
Luego delegó en mi
la tarea de traer de nuevo
la pared de mi padre.
Yo no supe qué hacer, cómo
traer su recuerdo, ligado
a cual clavito, si todavía
desconozco como sintió él
el amor escrito en la pared.
¿cómo iba yo a ordenar
una memoria tan íntima
tan ajena?
La única respuesta a mis preguntas
fue el silencio: entre lágrimas
acomodé a mi gusto
el último desencuentro con mi padre.
jueves, 15 de septiembre de 2016
Descalza, desnuda
Hundo las manos en el ajetreo del agua
no me acompaña el perrito que bebía
agua jabonosa al menor descuido
ni el otro, que desde la esquina de la sombra
cuidaba mis manos con sus ojos.
Acude en cambio, descalza, desnuda
una avispa que no se espanta
con el humo del palo santo.
Roza las blusas delicadas
no enjuaga, no tiende a secar.
Ambas volvemos a la notebook.
La gata abraza la pantalla.
Cuando acaricio su cabeza peluda
algo del orden de lo que se equilibra
libera su peso y percibo
como la tristeza camina unos pasos
descalza aún,
pero un poco más vestida.
no me acompaña el perrito que bebía
agua jabonosa al menor descuido
ni el otro, que desde la esquina de la sombra
cuidaba mis manos con sus ojos.
Acude en cambio, descalza, desnuda
una avispa que no se espanta
con el humo del palo santo.
Roza las blusas delicadas
no enjuaga, no tiende a secar.
Ambas volvemos a la notebook.
La gata abraza la pantalla.
Cuando acaricio su cabeza peluda
algo del orden de lo que se equilibra
libera su peso y percibo
como la tristeza camina unos pasos
descalza aún,
pero un poco más vestida.
domingo, 4 de septiembre de 2016
sábado, 3 de septiembre de 2016
viernes, 2 de septiembre de 2016
Impreso en el pecho
Atravieso este final y lo sentido
espera la brisa que serene
la explosión en mi mirada.
Aunque desconozco ahora
cómo es dado musitar tu nombre
suena su atisbo en mi garganta
aún ausente el fuerte de tu hombro,
ausente aún tu mano izquierda,
la de conjurar mis lágrimas.
espera la brisa que serene
la explosión en mi mirada.
Aunque desconozco ahora
cómo es dado musitar tu nombre
suena su atisbo en mi garganta
aún ausente el fuerte de tu hombro,
ausente aún tu mano izquierda,
la de conjurar mis lágrimas.
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