Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

jueves, 30 de mayo de 2013

Pasión Garantizada: Ultrafinas y las Tramontinas del Dolor



Más de 15 mujeres en escena 
pondrán el cuerpo y la voz a su palabra poética, 
acompañadas por las creaciones ambientales de Noelia Carrizo y
  la participación de Roxana Ledesma. 
Los cuchillos... ¡RECARGADOS!   
Entrada + Plaqueta: $15. 

                                                                                                    ¡¡Les Esperamos!!


Con poemas de
Laura García del Castaño
Cecilia de Lucio
Marian Fernández
Angie Ferrero
Cecilia Araceli Olguín
Verónica Milagro
Natalia Nin
Cristina Ramb
Vanina Zuttion
Leticia Ressia

Ilustradores de la Plaqueta:
Daniela Rimondino.
Hernán Carracedo
Cezary Novek
Ana Sciamanna
Ivana Castagna
Verónica Milagro
Cecilia María
Guillermina Frediani

Visuales:
Noelia Carrizo

Voces Invitadas:
Roxana Ledesma
Libertad Pérez

Diseño e impresión:

Verónica Milagro/Homeplot

domingo, 12 de mayo de 2013

Retiro de mi vida

En este esqueleto 
que retiro de mi vida
dejo, me llevo, tiro
cuadros y papeles.

De esta esquina fue expulsado
un amante
durante una borrachera furibunda;
de aquella pared siguen brotando
- y no habrá jamás
pintura que las opaque -
las carcajadas parapoetas
ultrafinas;
acá veo el llanto de la pequeña
a quien le dolió un pasado
y lo cobró
con cicatrices en la carne;
escrita la palabra
con tiza de elefanta
señala el libro que no será;
tinta y más tinta
del doctor, de la cámara
se viene conmigo.

Apenas algun recuerdo
de los noventa
perimidos, con cuánta felicidad

ausentes hoy.
En cambio queda

fernet y está conmigo
la cerveza del amor.
Pasaron amigxs, amantes
muere él que alguna vez fui yo,
muere con eĺlos la niña rota. 


(Córdoba, mayo de 2012)

miércoles, 8 de mayo de 2013

Aguijón de miel.


"...hay que sacarse el sombrero, señor, cuando pasa un obrero..."



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La nostalgia retumba
en el kultrun de mi útero

Recuerdo
la convicción del río que
con su latido
socava la indiferencia de la piedra.
Extraño la potencia del torrente
del viento directo y como el sol
clarificador

Mi pueblo
enferma
en el ocaso del turista impávido
y muere mi tierra
con el goteo lacerante del petróleo
pero mi pueblo y mi tierra
viven
por la llama rebelde
que endurece tiernamente
cerámicos sin patrón
para abrir cálidas mañanas
en el caudal helado de la historia

Es que en la tierra del Pehuén
sobrevivir
requiere la presencia de la espina
base fuerte para las flores
violetas temblorosas, se deshojan
cuando las besa el rocío.

Será por todo esto que te llevo en el recuerdo
mi Neuquén del sol brillante
seco aire, helado mayo
solo en tus valles de infinito horizonte
el Limay me demuestra a agua cierta
que no nos arrasará el remolino.



(El verso en cursiva hace alusión a una canción de Eduardo Guajardo, trovador santacruceño. Por mas información:http://blogsdelagente.com/patagoniamusicaypoesia/2010/02/24/eduardo-guajardo-una-mirada-al-sur/
En Facebook: https://www.facebook.com/guajardosur)

sábado, 4 de mayo de 2013

La alegre certidumbre



Junto a la bicicleta verde que la incitaba con su guiño para que se vayan a dar otra vueltita a la manzana, de niña jugó con las lombrices.
Las mitades marrones reptaban sobre una mano asombrada; los ojos bien abiertos de la niña descubrían la resistencia: renacer desde un pedazo de sí.
Pasaron varios departamentos solitarios, cada uno legó un descubrimiento: en las macetas no entran lombrices; no era hábil para contactarse con la  fauna urbana; y así.
Un jardín de helada tierra, yerta tras los pisotones de la historia, había barrido toda semilla. Sólo dos árboles sobrevivían.
Las manos creyeron en el agua, entibiaron la fragilidad de las hojas caídas, crearon humus con los ojos bien abiertos. Y esperaron.
Un gorrión descendió al suelo en busca de comida.
Había vuelto la lombriz a la esquina del baldío.
Con
ella traía la alegre certidumbre.