Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 8 de octubre de 2017

Teriyaki

La carne asada en salsa dulce reluce aún bajo la sombra.
Este rayo de sol te enciende por un momento
aquél en que te mata la mirada.
Rota hacia la reiteración de la isla volcánica
o al continente rendido después de la fritura.
Ahí se prueba
la diferencia.