Bajo la máscara de arcilla que nos crearon las tormentas
asoma el mate de las mañanas, el tereré de las tardes
El humo de los asados y el limón de las empanadas árabes
agrieta la coraza de cerámica de los corazones lastimados.
Una luna llena mueve el Neuquén en sus reflejos de serpiente
si a los pies del Cayayén la noche tiene otro modo
la luz de nuestro abrazo compite con los astros.
A veces el tábano del Trocomán se posesiona de la lengua
y hacemos socráticos planteos a los arroyos solitarios
que en la mitad del país huyen de nosotras
hacia parajes menos tristes y otras rocas mas amables.
Pastora de nubes de la cordillera agreste
velloncito compañero de mis días de veranada
que la trashumancia nos encuentre juntas
también en los pastos bajos de las invernadas.
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