Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
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¡Alegría de vestido nuevo, con olor a mandarinas, música de violín y patitas de Lagarto! No sé a vos, pero a mí el vestido blanco me flotará por siempre como blanca enagua llena de risas que de seguro asomará entre pliegues de recuerdos en la nueva Babía. ¡Hagámosle una canción!
ResponderEliminarsiiiiii ¿por que no? a la guarida de la elfanta, don de sucedieron tantas cosas magníficas!! claro qe sí!
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