Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

viernes, 20 de septiembre de 2013

Ayuda memoria


Abriré tu puerta, dije
con la experiencia de mi madre.
Giraré la llave del motor
con el disfrute de mi padre
que no olvidó la primacía
del placer sobre la máquina.

Los amigos son el paragolpes
y la carrocería. No necesito
otras cubiertas. Mi pie
habilitará el freno
y el embrague:
no dejaré que nadie
vuelva a apurar con su bocina
mi melancolía
o demuela mi felicidad
a las puteadas.
Me aferraré al volante, vida mía
con las manos que
conducen nuestro oasis.

El acelerador tendrá
el peso de tu pierna
eje de la balanza, amor y contrapeso
aprovechare tu búsqueda
de la cadencia exacta
para que el motor afine
en cualquier recorrido.

Y cuando sienta la tentación
de tirar el acelerador
a fondo a toda costa
me acordaré de tu espalda, amor
la férrea decisión
aún si me tocara
quedar cubierta de polvo
durante décadas
en algún garage
perdido del camino.

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