Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

miércoles, 27 de noviembre de 2013

La desilusión del óxido.




Los golpes del cielo siguieron
como manotazos de un ahogado
que trata de vadear
la lluvia de noviembre.
 
Entonces quise cerrar
el ojo abierto a la herida
proteger de la piedra, la mirada.

No tengo pañuelos suficientes 
para atemperar la herrumbre:
 una manada de hienas en mi sur
mordisquean el granizo.

Habrá de ser desarmado el ácido
aplicado rimmel antióxido
y luego, recién 
habrá de restablecerse la media sombra
en el párpado del patio.

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