Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

sábado, 9 de noviembre de 2013

Un camión dejó cinco m3 de arena en el porche.


Lo suyo era la pradera agreste.


Compraron la maceta,
acomodaron los tallos
a la novedad de las paredes.

El humus nutría el brote
- la arcilla cocida 
retiene el nutriente
sólido en las raíces nuevas -
pero no partía líquido.

Así la raiz se pudre
irremediablemente.

Faltó la arena
los canales por donde
decantara hacia la puerta
lo que sobrara.

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