Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

martes, 25 de marzo de 2014

Viaje


Mi padre antes de salir
copió unos versos:
cuando me muera, 
dejad la ventana abierta

Siempre esos versos
campana de partida
para su espíritu
y verde imperativo:
Florezcan,
reciban el aire
adoren la luz

¿Qué habrás sabido, padre mío?

Tengo las ventanas abiertas
pero padre,
no me sirve.
por mis ventanas abiertas,
entran fantasmas
armados con palabras, una existencia
plagada de pasados.

Bajo persianas,
corro cortinas
ya es hora
de que ciertas ventanas
sean cerradas.

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