Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
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Creo que no podré estar presente querida Cecilia (ya veré cómo hago para llegar hasta el libro) pero sabelo: te acompaño de corazón y con toda mi energía.
ResponderEliminarUn enorme abrazo!!!
QUERIDISMA MIRIAM!!!
EliminarRecién veo este comentario, ahora qeu pasó el furor y perdura la alegría... Sentí ese corazon latiendo, la energía y el abrazo...
IRÉ a Villa María. Lo unico que resta es saber cuando.
¡otro gran abrazo!