Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

viernes, 23 de febrero de 2018

Las muertes necesarias


Por la ventana llega nuevamente
apagado entre las sábanas
un estruendo bronco.

Cuando nos alcanza
la piel se oxida ante la piedra
el odio que manaba ya hizo su tarea
y es abismo la grieta 
en lo que nos sostenía.

Dentro de lo inexorable
del círculo en el que habitamos
a veces nos es dado
a veces decidimos 
- a pesar de la costumbre
la comodidad o cierto goce-
regalarnos el acto 
de cerrarle la puerta
a la cotidianidad de la tormenta.


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