Una
piedra redonda
que
alborota el caudal
transparenta
el agua.
Así
habita el río
en
la quietud del medio
la
aridez consiente
algún
musgo, alga
aferrado
a su dureza.
Asentada,
necesita
de una potencia
ajena,
extraordinaria
para
recorrer
aunque
sea
algunos
metros.
No
sabe, piedra
de
ganancias o pérdidas
tras
el aluvión.
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