Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

sábado, 27 de marzo de 2010

S/T

El chirrido parte del estómago propio
filoso como la carta de un amante resentido.

Los dientes del león
en la pradera gris han ensamblado
como en el taller del Tito
todo el renault 12 de mi padre
a punto de irse de viaje. 

El Rey melenudo de la selva maquínica
descubre el mismo recodo
en cualquier estructura
que reciba su mirada:
ya sea cine, olvido o academia
el coronado mecanismo llora en el estómago
filoso como la carta de un amante resentido
que ése cuerpo jamás fué ni será
el target de ningún marketing.

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