Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

jueves, 11 de marzo de 2010

Miradas

Ilumina el barro y su costilla
canción oscura: un relámpago.
luego el rayo sonreía seco
plagado de sangres cuando mordía.
 
No llovían, brotaban de los médanos
violetas círculos insaciables rojos
en busca de la curva perfecta
de la perfecta curva de lo imposible.

Entonces no importaba casi nada
- poco de verdad importa nunca -
adelante del sueño caminaba el ocaso
perpetuo e infinito como arena.

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