Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 8 de marzo de 2010

Tablado

Sobre el escenario
el lucero de 1000 watts
enfoca sus tobillos.

Los guerreros del vacío
galopan hasta los últimos resquicios
hasta chapotear desbocados en el lodo.
Los pies relinchan
como los ojos de una madre
cuando esperan
en un tarde enrojecida a su hija blanca.
El suave colchón de basura
mojará entera a la marioneta

el mismo barro otro hasta los bordes.

Pero pretende que desanda
ahora hacia adelante
el camino enredado entre sus piernas.
Y aunque no se ven los hilos
no salta del tablado.

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