Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 5 de julio de 2010

Fronteras

Ver cuando y donde caigo
no acolchona 
los raspones de las capas arqueológicas

Por que la sed devasta
me detengo en las baldosas
de todas las veredas
de los pueblos mas tristes
antes de buscar una canilla.
Si asoma la nube
corro a buscar guarida
o un paraguas interno.

Sin saliva escupo al cielo. Lo prendo.

Los grafitis bañan mi silencio. 
Cuando mi piel garabatea tu nombre
¿leés el lapiz labial?

Actúo en películas mudas
desierta espectadora
tampoco reconozco a mis actores.

Asumí alguna herencia
el resto
se lo dedico al hijo de puta
que me tatuaba con hollín.

Y brindo
contra el vaivén del filo
de la mirada ajena
mientras excavo
hasta el centro del camino
donde el puño ablanda memoria exacta
y desconcentra identidades.

Quedo con las palmas alertas.

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