Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 2 de septiembre de 2012

Sillas de Madera.


Las sillas que el tío carpintero
regala,
despiden la dulzura que tiene la madera
cuando ha sido tratada
con pasión. Contundentes
como la mirada del viejo oficio, se
embellecen con los bordes
redondeados; ablandadas
con almohadones de mano femenina
representarán el amor del tío
durante los años implacables.

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