Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

miércoles, 24 de abril de 2013

Las mariposas no volaron cerca




Ningún amor se atrevió a salar las heridas
con el ardor necesario 
para que vomitaran la infección.
Todos esperaron que sucediera.

Los ventanas murieron
amortajadas por infinitas capas de mugre.

Las macetas vacías
me saludaron cuando partía
abrazada por las sombras.

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