Le propuse a mi madre
que juntas
nos acomodemos
lo mas que podamos.
Que ella cuide su cuero duro
sus ganas de vivir
y que yo me iré
muy despacito
haciendo a la idea
de que en algún momento
de los años venideros
en vez de venir
a visitarla
a esta cómoda
casa de siempre
iré a verla
al río
al mar
a la montaña
a cualquier arenita
donde quiera ella
seguir sumando
a este mundo.
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
¿Donde empieza la hija y donde termina la madre? ¡quien lo sabe¡ poemón Cecilia... poemón
ResponderEliminarAntes que nada, disculpe la tardanza en contestar...Que pregunta que se extiende como una red hacia todos los vínculos posibles...y trama y desarma... y rearma otra vez. Espero qe se deje ver los miercoles!! un gran abrazo!
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