Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

miércoles, 12 de octubre de 2016

Renacer

De la cintura me lleva
corriendo
la quemadura de tu mano 

de la noche de ayer
pero el humo que emito no alcanza
para que me encuentres
en el
mediodia de este infierno.

Me atropellan
seres ululantes y

aunque logran confundirme
reconozco mi forma
en esta nueva sed.

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