Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 9 de octubre de 2016

Resurrección

Hay momentos en los que nadie detiene una muerte
pero la trascendencia puede ser mucho mas que un dolor

animal
dejando su huella sobre la carne magra de la letra
la confianza
ese lugar en donde barrer las canciones devueltas.

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