Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

domingo, 23 de octubre de 2016

Finitud


  Al amigo ad-infinitum.

Una potencia rompe la pared.
Explotan las vísceras tras

la claridad del pasado.
La máquina cuerpo  
descubre la fuga;
qué desazón, el límite
ésa certeza   
cuya existencia  
preferíase desconocer.

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