De la omnipotencia
corazón, de la soberbia:
cubríme las múltiples facetas
de mi espalda.
Pero no me libres
jamás
de la infundada
extravagante
la fe
en vos,
en mí,
en las posibilidades
de todxs lxs nosotrxs.
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
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