Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

jueves, 1 de diciembre de 2016

Quemadura Nocturna

Cada cual a su timbre o espanto
al unísono, ladran, cada cual
los perros del barrio, cada cual.


 

El aullido es el desgarro
ésa explosión 

sin razón 
aparente.
Aúllan poco

los perros 
del barrio.
El Grisín, 

ajeno
en el rincón 
de su mundo
nuevo rasca 
su vacío
se muerde 

la espalda 
hasta que mana
sangre 

abundante 
de la memoria
en la piel

le quema 
el aullido 
silente

debo abrazarlo para que se detenga.

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