Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 27 de agosto de 2018

Te dejo la luz prendida...

Te dejo la luz prendida 
- cachorro por siempre -
mientras estoy a tu lado
para poder mirarnos
que tu dulzura me siga
sobre los peldaños.

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