Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

sábado, 21 de agosto de 2010

Confianza

El aceite traza los perfiles.
si el polvillo tiende hacia el soporte
una linea sensible permite el movimiento.

Cuando sus brazos ceden la mirada atenta
escucho la superposición de los planos.
Entre líneas 
intuyo.

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