Fue una verdad a la tarde.
Abrazada a una taza de té amargo
como si estuviera mi madre
con una pizca de sus dolores.
Es otra verdad ahora.
El deseo gritado en silencio
no marca al hombre deseado.
¿Será la misma verdad mañana
de quién limita el futuro
con verdades perennes?
La verdad fotografiada en un poema
-del límite, de la marca, del té oscuro-
puede aspirarse en ritmos de frutillas y cenizas.
Quizás alguna mano la acaricie
como a un sabor azul entre los versos
golpeandose contra la piedra ácida del punto.
Pero el cuerpo del poema
mantendrá su agua límpida
ajeno como el poeta en la torre de marfil
a cualquier incendio del oído.
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
Me gustó mucho mucho...pero mucho este poema.
ResponderEliminarBuenisimo. Me gusta que pases; y que comentes, me encanta.
ResponderEliminarche, te estamos esperando en tu blog! ¿para cuando uno nuevo? Abrazo!
Veo el té oscuro y no llego al poeta ajeno. Lo veo afectado.
ResponderEliminarfasmid, queridisimo amigote, gracias por esto, se lo q te cuesta dejar comentarios!!! =D
ResponderEliminarja, sabés como soy, las tazas de te siempre me tapan las afecciones; propias y ajenas...