Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
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oh dolor
ResponderEliminaroh tramontina
oh dulce pálpito de lo ultrafino
que despunte el bermú del brindis
Martín Fierro pide por la vuelta
del gauchaje
de las que empuñan el filo.
chan chan
Cómo diría la Mona, -¡bien ahí!- Para las Poetas.
ResponderEliminarMujeres y Poesía es tan peligroso que seduce, al alma, entiendo.