Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
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la tremenda tarea de cuidar lo frágil!!
ResponderEliminarAbrazos reina!
un arte qe debemos aprender al paso de cada fragilidad recien nacida,,, por ahí vamos, peleandole a tantos desafios cotidianos!! espero poder despojarme de la miel y llegar al domingo a disfrutar de uds !! besote para vos, Diosa total!! CO
ResponderEliminarSimpáticas, entrañables, queridas muchachitas. :-) Discúlpeme, Leticia, pero le hablaré a la otra, a CO, usted entenderá.
ResponderEliminarQué lindo eso de "la muerte tierna". Qué loco, ese adjetivo. Digo, porque puesta así la frase, que remite, para los entendidos, a lo que ya sabemos, tiene, en el sustantivo, por lo menos para mí, todavía el sentido literal, un poco de sentido literal al menos... Y entonces son las dos cosas a la vez: lo metafórico, lo literal. Y uno puede leer, literalmente, que la muerte, quizá, pueda llegar a ser (cuando también nosotros pasemos a ser otros de no ser más), eso, "tierna"...
Vaya a saber. Cuelgues de uno. También, la película de los hnos. Taviani, la de los cuentos de Pirandello; en uno de ellos, uno muere. Un anciano. Y muere bien. La buena, dulce, imposible ahora para nosotros, muerte. Qué sé yo.
Nada más, CO. Besito. Gracias, Leticia, por comprender, haya escuchado o no esto, digo. Exigencias del género.