Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

martes, 20 de septiembre de 2016

Living

Los clavos
que mi padre fijaba
a la pared principal del living
dibujaron una ciudad
para sostener los recuerdos
que adquiría en cada viaje.
En esas avenidas, diagonales
habitaron sus afectos.

Cuando pudo cubrir el duelo
por la muerte de su esposo
mi madre hizo pintar la casa.

Luego delegó en mi
la tarea de traer de nuevo
la pared de mi padre.
Yo no supe qué hacer, cómo
traer su recuerdo, ligado
a cual clavito, si todavía
desconozco como sintió él
el amor escrito en la pared.
¿cómo iba yo a ordenar
una memoria tan íntima
tan ajena?
La única respuesta a mis preguntas
fue el silencio: entre lágrimas
acomodé a mi gusto
el último desencuentro con mi padre.

3 comentarios:

  1. " como traer su recuerdo , ligado a cual clavito"... cuanto dice, cuanto calla, esa línea poeta.

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  2. los vínculos, sus meandros... el devenir de los afectos, la memoria y las presencias...
    gracias por pasar, Jorge!
    hace tiempo qe no lo vemos! Esperemos verlo pronto!
    abrazo, poeta.

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  3. ja, anonimo vendria a ser yo, Cecilia. :)

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