Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

sábado, 27 de febrero de 2010

El Maizal, de Cesare Pavese

...ciertos coloquios remotos se cuajan y concretan en el tiempo en figuras naturales. Estas figuras yo no las elijo: saben surgir ellas, encontrarse en mi camino en el momento justo, cuando menos lo pienso. No hay ninguno de mis conocidos con un tacto como el suyo.

Lo que me dice el maizal en los breves instantes en que me atrevo a contemplarlo, es lo que dice quien se hace esperar y sin él no se podía hacer nada. “aquí me tienes”, dice simplemente quien se ha hecho esperar, pero nadie le quita la mirada rencorosa que se le lanza como a un amo. En cambia, al cielo entre los tallos bajos le echo una ojeada furtiva, como quien mira desde más allá del objetivo como a la espera de que éste se desvele por sí, sabiendo perfectamente que nada podemos prometernos que él ya no contenga, y que un gesto demasiado brusco podría derribarlo todo de mala manera. Nada me debe ese campo para que yo pueda hacer otra cosas que callar y dejarlo entrar en mí. Y el maizal, y los tallos secos, poco a poco me crujen y se me paran en el corazón. Entre nosotros no hacen falta palabras...

pag 133, Obras Completas, Seix Barral.

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