Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 22 de febrero de 2010

momento literario

compacto con un rayo del reflector cayéndole de refilón sobre la cara no como la lloviznita molesta que caía plena aligeraba la cerveza estampaba los cuerpos con las marcas del mercado delante de la zona de baile barrosa muchedumbre de caderas y cinturas en el aire las cumbias y las sayas bien firme edy o eric o henri vaya una a saber que eran las tres y habíamos empezado a las siete a festejar el año de la pelea para defender la tierra en hogar III entonces tensas las piernas en el barro es fácil resbalarse un puño en la mano y la otra abierta trajo a su “paisano”: ¡España, aparta de mí este Cáliz! arrebaté una silla compré otra botella me arrebujé escuchando esto es esto es esto es el mejor momento literario.

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