Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

sábado, 25 de septiembre de 2010

los encuentros siempre destilan algo



Lo no hecho posee su reino de encanto
castillo de aquella mirada perdida al futuro
lo que sucedí mira desde su mayor estatura
y una firmeza babeante
de almidón previo buscando su tela.

El vacío adensa el tiempo
no hablaré de su inexistencia
sino de su sustancia mas leve.
Puedo catarlo
cortar su carne presente
vacío, matambre, aguja, falda.

Con distintos fragmentos
crear la cena de todos los días
después
leer, el mate, otros encuentros:
aquello que a veces
hemos consensuado socialmente
en calificar como
“vida”.

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