Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

viernes, 10 de septiembre de 2010

Ritual de habitación

El mate sucio en la cocina
sacar la yerba, poner el agua
limpiar de moho la madera.
El mediodia de sol
pretende dar comienzo al movimiento
de sábanas quietas en la soga
desnudas de bronceador.   

El patio se moja con anocheceres.

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