Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

sábado, 18 de septiembre de 2010

Arte Mayor

 



Una lapicera fuente escribe.
Demora en ciertos recovecos para dar sentido al trazo.
Moja algunos pliegues, pero no tropieza,
no detiene el movimiento.
Aunque coloque puntos, comas.
Aunque dé vuelta la hoja. No se estanca.
Se diría que maneja en una cordillera.
Lenta y segura zigzaguea, sube,
inventa rectas. Adelanta.
Pasa y pasa; y pasa. Va cerca de los lugares
aquellos donde el papel tiembla montañas.
Y la lapicera baja.
Cada vez más rápido
dibuja círculos, espirales
diagonales insoslayables como aullidos.
De repente se detiene.
La tinta endulza al papel.
Que magnífica obra de arte
sentir la letra profunda en la unión del abismo
de papel y lapicera.


foto: Pablo Sebastián Nievas, Deán Funes. Performance en Ciudad de las Artes. Mas datos aquí

2 comentarios:

  1. "Sentir la letra profunda en la unión del abismo de papel y lapicera" Me gustó mucho este poema, la travesía de la palabra.

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  2. la palabra, juego, pantano y camino.
    y materia.
    gracais por pasar!
    q salga todo genial!

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