La sombra siempre distinta mira para afuera
No quiero ser injusta
por un cospel nunca fueron tan largas las paradas
aunque la obsesión pierda el asiento
el semáforo cambia sus colores en la misma secuencia.
Tambalea en este arriesgado equilibrio
una gata en celo que se recorta del techo
no esperará para no tirarse.
Hizo las maletas con carambolas
está presente la fiebre que preanuncia el movimiento
mano toda oveja, jamás mente perra
cruzamos el mismo rio tantas veces
y sin embargo el agua apenas nos salpica
por las veces que no pudiste llorar
viajo con mi resentimiento
llorando nuestro abandono.
¿cuántas veces te crucifiqué?
¿cuántas veces me crucificaste?
Elijo sentarme en la fila individual.
No reconozco esta calle
tampoco distingo cual es la próxima avenida
eventualmente tocaré el timbre
desciendo siempre por la puerta trasera.
Sé que habré de bajarme.
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
Oh mi Dios si me permites invocarlo... estamos en la tematica parece, sintonizando tenedores
ResponderEliminarde lo que alguna vez hablamos y de lo que siempre hablaremos cuando la oportunidad se presente esta en este texto: confianza en lo que se dice como en lo que se descubre.
ResponderEliminarCefrino Lisboa