Quise jugar a ser Dios sobre la alfombra de flores
por que no vino mamá
y me han descubierto un cartel de prohibido estacionar
detrás de la sierra docente
El siseo de gozilla ha desvastado la pipa,
el pescado y el pan
pero no logró desenfrascar al fantasma
Serán necesarias las manos plenas
en reconocimiento de la tapa de lo imaginario
dulces como una brisa caliente sobre el libro rojo
susurro sobre los fantásticos ojos
que observan la música bailar al aire
Atrapada la comarca media de naranjas
alcanzar la medalla
corregir la trinchera
lograr por fin con la tarjeta nueva
peinar otras líneas de crédito vincular.
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
No hay comentarios:
Publicar un comentario