Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 5 de septiembre de 2011

Del trabajo a la casa


La radio acusa a la asamblea en el noticiero
el gringuito desparrama el queso en la pizza
con un seco movimiento de su camisa negra:
 “A la serpiente se la mata cortándole la cabeza
habría que bajar al gremio
no saben lo que es venir a laburar todos los días”

En la otra punta de la ciudad
ésas palabras continúan su movimiento en el viejo portero
dueño de la hora de entrada
cuando ve al empleado que está por llegar
cierra la puerta en su cara con una sonrisa abierta.

Adentro, la joven jefa obesa
que ha mandado redondear con uniformes anchos
los deseantes cuerpos de sus empleadas
sonríe conforme
pondrá media falta ante la llegada tarde
robará una moneda mas del trabajo ajeno.

Aunque los viejos compañeros
hablaron de la potencia transformadora del odio
no la siento activa todavía.

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