Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

sábado, 10 de septiembre de 2011

Esa niña ajena asesinada en mi.

Ha partido desde mi memoria
camina por la tristeza
hoy, mi niña rota 
viene a conseguir escombros frescos.

y yo no tengo brazos para acunar su muerte

me falta el conjuro para alejar su espanto

cuando me habita
su desazon de víctima
demanda su parte:
su dolor antiguo me destroza el mundo

si, que alguien querido muera
si, que nos castiguen
que en definitiva
ella, yo y la otra
todas nosotras
siempre tendremos la culpa
de haber buscado
en aquel entonces

que nos quieran.

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