Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 17 de octubre de 2011

Descorporizada

Juego al ajedrez desde el área de seguridad
detrás del vidrio.
no tengo dónde digerir una cerveza.
Y si conjugo verbos en presente simple
es mas simple el verbo cuando todo se reduce
al ejercicio cuasi automático de trámites genitales
que no se repetirán.

Ahora quisiera tener un reflejo de coneja asustada
y aunque sea mover el hociquito para golpear la jaula
o dejar una marca de aliento en el vidrio
que otorgue buena fé a mi existencia.

Pero ni siquiera eso.
La luz me atraviesa
Anteayer te lo dije: no tengo cuerpo.

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