Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

lunes, 3 de octubre de 2011

Eliot y Pound

Las tijeras de Ezra Pound
 
EN UN ensayo titulado "Las tres voces de la poesía", Eliot alude a la conveniencia para el porta de "esos pocos amigos a cuyo juicio quizás desee someter la obra antes de darla por acabada". Pueden ser una gran ayuda, dice, sugiriendo una palabra o una frase que el autor no ha sabido encontrar por si mismo; aunque su mayor auxilio quizá consista en decir sencillamente "este pasaje no está bien". Eliot sabía efectivamente de qué estaba hablando por su experiencia con Ezra Pound, quien con sus cortes dio la forma final de La tierra baldía.
En 1971, Valerie Eliot, segunda esposa y viuda del poeta, dio a conocer el manuscrito en su forma original, dejando en evidencia las correcciones y supresiones hechas por Pound que alcanzaron casi la mitad de lo que luego se publicó. El manuscrito incluye diez poemas adicionales, de extensión variable que fueron retirados porque Pound los : consideró "superfluos".
Es sorprendente la humildad con que Eliot se sometió a las tijeras de Pound: incluso aceptó tachar partes del texto de las que se sentía orgulloso. En una entrevista con Donald Hall dijo: "Pound me indujo a destruir lo que, para mí, era un excelente conjunto de pareados, pues dijo “Pope lo ha hecho tan bien que difícilmente puedes hacerlo mejor, si pretendes que esto es una imitación, mejor olvídalo, pues no puedes parodiar a Pope a menos que escribas mejores versos que él, y éste no es tu caso". Agradecido, Eliot pensó incluir las observaciones de Pound como un prefacio de la obra, pero luego se inclinó por la famosa dedicatoria tomada de Dante: "A Ezra Pound, il miglior fabbro". Cuando entregó el manuscrito al coleccionista John Quinn, Eliot dijo que valía la pena "preservarlo en su forma actual sencillamente porque es la única prueba de la diferencia que la crítica de Pound determinó en este poema". Valerie Eliot declaró luego que su marido estaba de acuerdo en que el manuscrito llegara a publicarse: "No me beneficiará en nada —le había dicho—, pero desearía que la gente comprendiera la importancia de mi deuda con Ezra"

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