Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

martes, 4 de octubre de 2011

El cambio de sentido

Los autos no pasan
suda la helada piel de la botella
quietas hojas colectivas señuelas de otro viaje.
Un perro mira la basura con miedo
frio el haz de luz que lo ilumina
cuando llegás a aquella esquina
el cementerio de invierno alquila una película
pasar puede ser paralelo a la caída.
Entonces
una mano mantiene abierta la puerta
la otra, aunque muerde sus uñas por cerrarla
mantiene pasarela
espera el semáforo
el cambio del sentido.
Aman el silbido del viento desierto.

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