Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede

jueves, 20 de octubre de 2011

Heráclito tiene razón

Descorché un romance
pensé que quizás actuaría
como la mezcla de maizena y agua
un fluido no newtoniano
sólido al recibir un golpe
flexible ante manos tiernas.

Al observar su movimiento
descubro que un líquido añejado
producto de procesos naturales
y engranajes químicos
corre por las grietas
de las copas falladas de fábrica.
Heráclito tiene razón:
no beberemos dos veces del mismo vino.

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