Subimos alegremente las escaleras del departamento a estrenar. En la cocina comedor un gasista tropieza con los cables del electricista, quien reclama ¡tené cuidado, che!. El ceramista coloca los mosaicos en el entrepiso, cediendole la pared de la escalerita al pintor para que le de otro color al asunto. Habían prometido llave el sábado, hoy es lunes y aquí están.
Sabemos como es el dueño ¡o vamos tomando las habitaciones a medida que las van terminando o no entramos mas! explica ella en la conversación que tenemos cuando llegamos a la primera habitación "tomada"; mientras, le sonríe a su chico, quien ni lerdo ni perezoso le devuelve la sonrisa y de yapa, le chanta un beso. ¡Hermosos cómplices en la invasión contra las demoras de los dueños para hacer realidad los anhelos! Luego, la chica va a la cocina a preparar un mate.
Charlamos con él, a quien conozco de siempre y no veo desde hace rato: Estamos contentos, sonríe, también. Dice: Vos sabés, lo raro que es despues de vivir tanto tiempo yo sólo. Y mira la cama nueva, de dos plazas, donde hace un tiempo decidió asentarse.
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