Nos enjaula como insectos
en un enredado delta de miel y sangre
ése manantial, a la hora necesaria,
de infinitos abanicos
vertiginosos como la velocidad eterna
para soplar las velas del deseo.
en un enredado delta de miel y sangre
ése manantial, a la hora necesaria,
de infinitos abanicos
vertiginosos como la velocidad eterna
para soplar las velas del deseo.
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