Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede
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Te felicito Cecilia! Me gustó mucho todo lo que tienes ahí.
ResponderEliminar¡Muchisimas Gracias Laura!
ResponderEliminar¡Fue un placer escucharla!
Felicitaciones Doña! Y un gusto conocerla personalmente, gracias por la buena onda che... adieu!
ResponderEliminarey, gracias!
ResponderEliminary todo bien!
un abrazo!